jueves, 31 de octubre de 2013

PRÓLOGO HURT de TABITHA SUZUMA

El prólogo traducido de Hurt de Tabitha Suzuma


HURT

TABITHA SUZUMA

Dedicatoria

En memoria de mi amable, divertida y leal amiga.

Camille Lloyd-Davis

28 de noviembre de 1974 – 29 de octubre de 2012



Epígrafe

Los pecados no pueden deshacerse, sólo perdonarse.

Igor Stravinsky



PRÓLOGO


Él abre sus ojos e instantáneamente sabe que algo está terriblemente mal. Puede sentirlo a través de su piel, de sus nervios, de sus sinapsis, a pesar de que, despatarrado sobre su espalda, todo lo que puede ver es la lámpara esmerilada, del techo de su habitación. La habitación es blanca, violentamente brillante; él sabe que es un día soleado y que olvidó cerrar las cortinas, al igual que sabe, por el cinturón incrustado en su costado, los vaqueros contra sus piernas y el húmedo algodón pegado a su pecho, que él durmió con sus ropas. Arqueando su pie y encontrándolo más pesado de lo normal, levanta su cabeza los suficiente para ver que incluso olvidó quitarse los zapatos. Y luego, lentamente, sus ojos se enfocan más allá de sus zapatillas deportivas cubiertas de lodo y empieza a asimilar el resto de la habitación. Por un momento contiene la respiración, convencido de que debe estar soñando. Luego, con un jadeo de horror, se levanta como si saliera de una pesadilla.

Las paredes a su alrededor inmediatamente comienzan a moverse, los colores fundiéndose entre sí, desvaneciéndose en los bordes. Frota con fuerza sus ojos cerrados, luego los abre nuevamente, esperando no sólo despejar su cabeza sino deshacerse de la visión… el caos de la destrozada habitación a su alrededor. Pero, la luz del sol está vertiéndose a través de las ventanas, iluminando la anarquía de su usualmente inmaculado espacio. Muebles rotos, objetos destrozados, ropa desgarrada y vidrio hecho trizas es todo lo que queda. La habitación luce como la escena de un programa delincuencial. La respiración se ha esfumado de sus pulmones. Las cosas están empezando a tomar una apariencia táctil, vívida y saturada. Se lleva la mano a su boca y una lágrima resbala hasta el borde de su uña; y luego se queda ahí sentado, atascado como un viejo disco de vinilo sin nada más qué reproducir.

Más allá de las ventanas, el día está tranquilo. Las ramas de los árboles no se mueven, el cielo está de un profundo e imposible azul. El sol parece resplandecer con más brillo cada pocos segundos. Él parece estar en algún tipo de trance, mirando a su alrededor con una especie de recelo, una fascinación horrorizada. De la pared cuelga un cuadro torcido brutalmente, como si hubiese sido rescatado de un horno. En su escritorio, los pedazos de una taza hecha trizas atrapan y reflejan la luz de la mañana como trozos de vidrio a la deriva en una piscina de café, la superficie brillando con una iridiscencia aceitosa. Desperdigado bajo sus estantes hay un tapiz de libros abiertos, páginas arrancadas de sus espinas y dispersas como hojas. Trofeos de salto de trampolín(1) rotos, astillados y fragmentados yacen a su alrededor como el contenido de una maleta perdida en el mar. No hay una sola superficie o franja de alfombra que no esté cubierta con los restos y desechos de la noche.

Despacio se desliza hasta el extremo de la cama y se empuja a sí mismo a ponerse de pie, una maniobra consumidora de tiempo que requiere de una gran orquestación y fuerza de voluntad. Sus músculos están rígidos, adoloridos e inflexibles. Un torrente de ardiente dolor desgarra su pierna, él mira hacia abajo y se da cuenta que sus vaqueros tienen un rasgón justo encima de la rodilla izquierda, las costuras oscurecidas con sangre pegándose a su piel. Un picor debajo de sus brazos revela una multitud de rasguños y arañazos. El dolor corroe su cuerpo, su cabeza, su cuello, todo el camino de su espina, y la parte posterior de sus piernas. Se concentra en el zumbido en su cráneo, la vorágine en su cabeza. Debajo de él, su cuerpo flota, independiente. Entonces, de repente, la respiración es expulsada de sí y cae de bruces en el frío y duro piso de concreto de su vida.

Él da un paso hacia adelante en la saqueada habitación. Horror abyecto se desliza debajo de su piel, penetrando en su cuerpo sin preguntar: sus manos ya no son suyas sino de él, y esas manos están llenas con una fuerza extraterrestre. Miedo, como una pelota de pingball, rebota contra su corazón, su cabeza, su garganta, hasta que finalmente se establece en sus tripas, duro y frío. Su pecho se agita con indefinidos pensamientos despreciables. Él quiere herir a alguien por todo el dolor que está sintiendo ahora mismo. Quiere algo que lo tumbe al suelo y lo mantenga allí hasta que el mundo se desvanezca.

Su primer pensamiento va hacia su hermano. Abre la puerta de su habitación de un tirón, resbala a través del piso de mármol, y se detiene en la puerta de la habitación contigua, mirando la cama perfectamente hecha, los senderos aspirados en la alfombra aún permanecen frescos. Él continúa a través de las otras habitaciones, la vacía y despejada casa parece repentinamente siniestra y fantasmal, como un mausoleo. Pero nada está fuera de lugar, todo está en su inmaculado estado habitual. La puerta frontal, la puerta trasera, las ventanas, todo cerrado. No hay señal de que algo falte, de que algo haya sido robado. Ninguna señal de entradas forzadas.

De vuelta en su habitación es como si él estuviese mirando a través de un parabrisas roto. Su mente está corriendo en varios planos a la vez. Todo lo que ve parece cargado con significado pero él no puede hacer encajar las piezas para crear un todo comprensible. Su mente corre tras la noche anterior, y persigue las fallidas, escenas entrecortadas, que van desapareciendo. Recuerdos aparecen y se distorsionan, mezclándose y combinándose como acuarelas en un lienzo abstracto. Él está en un paseo de carnaval, siendo absorbido por las paredes, vislumbrando rostros, colores, luces. Su vida se está desintegrando, piezas y pedazos de ella volando hacia la oscuridad. Su mente presiona el botón de auto preservación y queda en blanco, como una resma de papel inmaculada. No puede recordar la competencia de clavados en Brighton, del día anterior. Puede recordar haber salido del Centro Acuático después de la conferencia de prensa. Pero, después de eso, nada.

Él visualiza los hechos que la habitación le ha proporcionado, de lado a lado, en su cabeza. Nada de valor parece haber sido tomado, de hecho, a primera vista él no puede detectar algo faltante, en absoluto. Su computadora de escritorio, su PlayStation, su computadora portátil, todo irremediablemente roto, pero presente a pesar de todo, aplastado horriblemente en la alfombra. Huellas fangosas atraviesan el suelo, pero, al inspeccionarlas, puede notar que se adaptan perfectamente a las suelas de sus zapatillas. Las ventanas están cerradas desde el interior.

Lentamente, dolorosamente, empieza a recoger los restos de sus pertenencias. Intenta evadir su reflejo en el espejo pero se encuentra a sí mismo mirándolo periódicamente, aun así, al igual que un automovilista esforzándose por ver los horripilantes restos de un accidente al borde de la carretera. Repentinamente, él no puede aguantarlo más y se endereza para enfrentar al extraño ante él. Apenas se reconoce a sí mismo. Pasando los dedos a través de su enmarañado cabello, observa estupefacto cómo ramas y hojas muertas caen a sus pies. Su rostro pinchado y pálido, un tono violáceo coloreando la piel bajo sus ojos. Hay un corte en su mejilla y una sombra oscura bajo él. La comisura de su boca incrustada con sangre, y lo que parece el comienzo de un cardenal florece púrpura atravesando su frente. Él se ve estupefacto, delgado e insustancial, su clavícula visible a través de su suéter de algodón, sus puños rasgados y sus vaqueros manchados de barro.

¿Qué demonios pasó?

Su mente se rehúsa a responder. El silencio llena la habitación, tan frágil e intrincado como la escarcha; tanto silencio, rehusándose a ser removido. Su mundo repentinamente aparece ante él como una carretera no definida, con una visibilidad reducida casi a cero. El dolor de cabeza persiste, una fuerte palpitación que se niega abandonar sus sienes. Luego, abruptamente, el miedo es remplazado por ira, dispersándose por sus venas, su propia furia parece punzar hasta el mismo aire a su alrededor. ¿Qué pasaría si él se volviera loco repentinamente y comenzara a gritar? Eso lo atemoriza porque siente que es exactamente eso lo que está a punto de hacer… en cualquier momento.

Él está lleno de un profundo y oscuro deseo de caer sobre sus rodillas y lamentarse. Es como si él supiera que nunca se repondrá. Se siente a sí mismo, intentando desesperadamente aferrarse a la persona que una vez fue, agarrándose con ambas manos mientras gira alejándose del mundo real.

Su vida se ha terminado… Su vida acaba de empezar.

______________

(1) El salto o clavado es una forma de deporte o entretenimiento, que consiste en lanzarse al agua de una piscina, lago, río o del mar desde algún punto fijo o vibrátil.


Traducido por look-behind-the-veil. ¡GRACIAS!

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9 comentarios:

  1. Alguien sabe si este libro ya está traducido al español?!! muero por leerlo.

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    1. Traducción oficial no hay nada de noticias, en cuanto a la traducción no oficial, sé que el libro ya está traducido por un foro y que no va a tardar en estar en las redes... Cualquier cosa si lo querés te lo puedo pasar... Saludos

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    2. Me lo podrías mandar a mi correo? Es jaz_njsnaj@hotmail.com por favooor, te lo agradecería mucho, y si tienes cualquier otro de Tabitha, y no es mucha molestia, también. Gracias.

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    3. hola disculpa podrías mandármelo xfavor mi correo es: odette_alvarez@outlook.es

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  2. alguna noticia de este libro en español?? en pdf tambien me interesa,pleeasee

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    1. Traducción oficial no hay nada de noticias, en cuanto a la traducción no oficial, sé que el libro ya está traducido por un foro y que no va a tardar en estar en las redes... Cualquier cosa si lo querés te lo puedo pasar... Saludos

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  3. Hola amig@ disculpa, me lo podrías mandar porfaaa. michiaray@hotmail.com

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